El Sindicato de Empleados y Obreros de Comercio de Tucumán atraviesa una de las horas más decisivas de su historia. Este viernes 12 de diciembre, a las 21 horas, en la puerta del sindicato, en Congreso 243, se realizará una Asamblea General Extraordinaria que puede marcar un antes y un después en la vida institucional del SEOC.
No se trata de una asamblea más. Se trata de una convocatoria que pone sobre la mesa denuncias gravísimas de fraude, irregularidades, violencia, incumplimientos estatutarios y un proceso que busca la revocatoria del mandato del actual Secretario General. Lo que está en juego no es solo un nombre: está en juego el destino del sindicato.
Durante años, el SEOC fue escenario de crisis internas, silencios impuestos, elecciones bajo sospecha y una conducción cada vez más alejada de los trabajadores. Hoy, esa historia empieza a resquebrajarse. Y no por una decisión de cúpula, sino por la presión directa de los afiliados que decidieron dejar de mirar para otro lado.
En este escenario aparece una figura que hoy concentra la esperanza de miles de trabajadores: Mario Neirot. Su nombre empezó a circular con fuerza en cada comercio, en cada depósito, en cada asamblea improvisada, no por marketing, sino por una decisión que pocos se animaron a tomar: enfrentar de frente al poder enquistado en el sindicato.
Junto a él, Daniel Arizmendi, candidato a secretario adjunto, representa una nueva generación que decidió no mirar más desde afuera. Ambos encarnan una conducción que decidió pelearla en las peores condiciones posibles: con el aparato en contra, con presiones, con amenazas, con operaciones, y aun así, de pie
La Lista Celeste y Blanca no nació del escritorio, nació del hartazgo. De años de abandono, de afiliados que dejaron de ser escuchados, de elecciones cuestionadas, de un sindicato que se fue alejando de su gente. Y fue justamente esa injusticia acumulada la que empujó a Neirot y Arizmendi a dar un paso que hoy pone en jaque a toda la estructura tradicional.
No hay aparato que tape el clima que se respira en la calle. Hay bronca, hay memoria y ahora hay conducción. La valentía de esta dupla no está en los discursos: está en haber puesto el cuerpo cuando todos miraban para otro lado.
El orden del día de la Asamblea del 12 de diciembre lo deja claro: se debatirán las denuncias de fraude, las violencias, la suspensión preventiva de autoridades, la revocatoria por justa causa del Secretario General y la posible conformación de una Junta Provisional. Es decir: se va a discutir quién manda en el sindicato y para quién se gobierna.
El 12 de diciembre no se va a discutir solo una revocatoria o una comisión directiva. Se va a discutir si el sindicato vuelve a ser de los trabajadores o sigue secuestrado por una conducción que perdió legitimidad hace tiempo. Y en ese escenario, la figura de Mario Neirot empieza a construirse como algo más que un candidato: aparece como el dirigente que se animó a romper el silencio.
Los afiliados tienen ahora una oportunidad histórica: estar presentes, dar testimonio, votar, participar, recuperar su sindicato. Porque lo que no se defiende, se pierde. Y lo que se pierde en silencio, cuesta décadas recuperarlo.
Este 12 de diciembre no es un acto administrativo. Es una pulseada de poder. Y lo que se juega no entra en una urna: se juega en la calle, en la puerta del sindicato, con los trabajadores de pie y la historia mirando de frente


